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martes, 8 de marzo de 2016

Conclusión

Los vínculos emocionales con los abusadores son, en realidad, una estrategia de supervivencia de las víctimas de abuso e intimidación. La reacción del “Síndrome de Estocolmo” en situaciones de toma de rehenes y/o situaciones abusivas son tan conocidas en la actualidad que los negociadores de rehenes policiales ya no las ven como reacciones inusuales. De hecho, frecuentemente se alienta este tipo de reacción en situaciones delictivas porque aumenta las posibilidades de supervivencia de los rehenes. El lado negativo de esto es que también asegura que aquellos rehenes que experimentan el “Síndrome de Estocolmo” no colaborarán mucho durante el rescate o la prosecución penal. El personal de cumplimiento de la ley local ha reconocido este síndrome, a lo largo de mucho tiempo, en el caso de mujeres golpeadas que deciden no presentar cargos contra el abusador, pagan la fianza de su esposo o novio golpeador para que sea liberado de prisión, y hasta han llegado a atacar físicamente a la policía cuando ésta acude a rescatarlas de un ataque violento.
Es importante comprender los componentes del Síndrome de Estocolmo, ya que se relacionan con las relaciones abusivas y controladoras. Una vez que se comprende el síndrome, es más fácil comprender por qué las víctimas apoyan, aman, e incluso defienden a sus abusadores o controladores.
Cada síndrome tiene síntomas o conductas, y el Síndrome de Estocolmo no es una excepción. Aunque no se ha determinado una lista precisa de características, debido a la diversidad de opiniones entre los expertos y los investigadores, muchas de las siguientes características se encontrarán presentes:
• Sentimientos positivos por parte de la víctima hacia el abusador o controlador.
• Sentimientos negativos por parte de la víctima hacia sus familiares, amigos, o hacia las autoridades que intentan rescatarla o apoyarla o conseguir su liberación.

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